Reto 1

Al trabajar para la administración de la seguridad social, he querido profundizar sobre la situación de la mujer en este ámbito y su evolución.
He encontrado una noticia muy interesante, publicada en la revista de la seguridad social y titulada "La  mujer en la Seguridad Social. Breve radiografía de situación." Se analizan los datos relativos a la afiliación de mujeres y hombres al sistema, tasas de desempleo respectivas, diferencia en la cuantía de pensiones causadas por ambos sexos, porcentaje de la contratación a tiempo parcial. El artículo (disponible en el siguiente enlace https://revista.seg-social.es/-/la-mujer-en-la-seguridad-social.-breve-radiograf%C3%ADa-de-situaci%C3%B3n) pone de manifiesto la menor participación de la mujer en el mercado laboral, que se traduce en mayores tasas de desempleo y menores tasas de afiliación al sistema. Cuando la mujer trabaja, en muchos casos, suele hacerlo a tiempo parcial, puesto que además de su actividad laboral renumerada, también desempeña actividades en el hogar familiar. Todo ello tiene su reflejo en la cuantía de las pensiones de jubilación causadas por las mujeres, que suelen ser de menor importe, al basarse en un número menor de años cotizados, así como en la suma de menores bases de cotización.

 

Al origen de esta desigualdad entre mujeres y hombres en el sistema de seguridad social está sin duda la socialización diferencial de niñas y niños. Las niñas se educan en la colaboración con las tareas del hogar, con el cuidado de hermanos pequeños y familiares. Acompañan a sus madres en ese histórico compromiso con velar sobre el hogar familiar. Aunque se aprecian cambios, es cierto que todavía no hay una total igualdad en el reparto del trabajo doméstico entre padres y madres, hijos e hijas, lo que sigue dejando rastros en nuestra manera habitual e innata de organizar la vida familiar y laboral.

 

En el propio sistema de la seguridad social se han puesto en marcha en los últimos años medidas para paliar esas desigualdades, como incentivos al empleo para las mujeres, bonificaciones, prestaciones familiares, cálculos más favorables a la hora de causar prestaciones para los trabajadores a tiempo parcial, complementos para la reducción de la brecha de género, etcétera.

 

Sin embargo, la mayoría de estas medidas consiguen paliar las diferencias en las desigualdades más que prevenirlas. Para ello es necesario un cambio radical a nivel social, que no es ni fácil ni rápido, porque se trata de modificar la actitud ancestral hacia el reparto de tareas entre géneros. Este cambio en parte se está ya propiciando.

 

Sin embargo, en mi opinión, para que sea efectivo tiene que tener en cuenta también las diversidades objetivas y biológicas entre los sexos. La mujer, por ejemplo, es la que pare y lacta al bebé, es la que más suele necesitar el contacto con el niño en sus primeros años de vida. Lo ideal sería no sólo poder compartir esta crianza con el otro progenitor, sino que el padre o la madre no tengan necesariamente que elegir entre crianza o trabajo, poniendo en marcha medidas que no aíslen del mundo laboral al progenitor que quiere criar a su niño. En este sentido, sería deseable impulsar la ceración de espacios para el cuidado de los niños en los lugares de trabajo o incluso la posibilidad de espacios a compartir entre bebés muy pequeños y padres trabajadores.



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